Una novela que nos sumerge en los cambios de estaciones y donde las descripciones de los estados de ánimo llegan hasta los huesos y el alma del lector. La muerte de la madre desmorona la imagen familiar donde su ausencia resquebraja y pone al desnudo lo desmentido por todos los sobrevivientes durante décadas. El desafío de transitar la perdida y el duelo esta magistralmente manejada por Yelin, que como en su previa novela, Entre Mujeres, nos lleva a mundos interiores donde la memoria y la reflexión, como personajes paralelos, redescubren entretelones “olvidados” por imposiciones familiares y en la trama van desatando un camino de liberación. Las relaciones interpersonales de todos los que transitan el relato son ricas y llenas de aperturas que impulsan al lector a reflexionar sobre eventos que seguramente muchos han experimentado. La conversación y el escuchar como elementos reparadores y la posibilidad de acercamientos cariñosos de los protagonistas ponen de manifiesto el enrome poder de la palabra, que la autora entreteje con una espléndida y a su vez suprema simplicidad. Uno termina la novela quedándose con ganas de más.
ResponderEliminarUna novela que nos sumerge en los cambios de estaciones y donde las descripciones de los estados de ánimo llegan hasta los huesos y el alma del lector. La muerte de la madre desmorona la imagen familiar donde su ausencia resquebraja y pone al desnudo lo desmentido por todos los sobrevivientes durante décadas. El desafío de transitar la perdida y el duelo esta magistralmente manejada por Yelin, que como en su previa novela, Entre Mujeres, nos lleva a mundos interiores donde la memoria y la reflexión, como personajes paralelos, redescubren entretelones “olvidados” por imposiciones familiares y en la trama van desatando un camino de liberación. Las relaciones interpersonales de todos los que transitan el relato son ricas y llenas de aperturas que impulsan al lector a reflexionar sobre eventos que seguramente muchos han experimentado. La conversación y el escuchar como elementos reparadores y la posibilidad de acercamientos cariñosos de los protagonistas ponen de manifiesto el enrome poder de la palabra, que la autora entreteje con una espléndida y a su vez suprema simplicidad. Uno termina la novela quedándose con ganas de más.