viernes, 20 de septiembre de 2013

Reseña de la novela "Siempre de día", de Víctor Fernández Esteban



Siempre de día. Fernández Esteban, Víctor. Simurg editorial. 312 páginas

Por Juliano Ortiz


Cuando el pasado se torna inconsistente y la memoria atormenta como agujas rigurosas en la piel de lo que fue, aparece el tiempo como un acertijo imposible de descifrar. Esta certeza habita en el corazón de esta obra.
Fernández Esteban traza con maestría la reconstrucción de un pasado para ofrecerlo y elaborar uno distinto. Con un lenguaje en donde se puede advertir una mistura entre lo coloquial y lo académico, con una fuerte presencia de aspectos en donde el autor revela su conocimiento cultural, el libro se sitúa en una modernidad válida, una poética de permanente trasformación.  Es como si la nostalgia fuera el punto de partida para envolver el Olimpo de personas que nos muestran su espíritu de una forma accidental. El uso de enunciados colectivos permite el desenvolvimiento de la historia y nos arrojan la trama y sus protagonistas en pequeñas dosis hasta cerrar el círculo de manera perfecta. Siempre de día nos permite reflexionar sobre cuestiones que son esenciales en la vida de cada ser humano, mientras vamos caminando por sus capítulos en una profusión de imágenes y sensaciones que, por momentos, nos dan la tarea de releer el texto. 
Este estilo exuberante, de muchísimos datos y acotaciones, está surcado por un dinamismo en el que el espacio, geográfico y metafórico de la novela, determina una estrategia intertextual. La unión narrar-describir se constituye en la trama como un tejido totalmente realizado a propósito, para crear un acto perceptual en el que se representa la historia.
Estamos ante un escritor de un lenguaje propio de gran riqueza, que sobresale en tiempos de textos poco profundos y en los que la forma discursiva tiene escasa importancia. Su poética puede emparentarse a la del genial Juan José Saer, y con esto, estoy convencido, decimos todo.


En: Culturamas. La revista de información cultural en internet 
http://www.culturamas.es/blog/2013/09/20/siempre-de-dia/

lunes, 2 de septiembre de 2013

Reseña de "Ensayo clínico" de Gustavo Kusminsky en Suma Cultural


Ensayo clínico

por Juliano Oscar Ortiz - Viernes, 30 de Agosto de 2013
http://sumacultural.unir.net/2013082910055/ensayo-clinico

Kusminsky Gustavo
Simurg

La Literatura ha demostrado con creces y de diferente nivel narrativo los sucesos que ocurrieron en Argentina durante el período del llamado Proceso de Reorganización Nacional, pero en pocas ocasiones, se pudo leer esa historia contada por una persona alejada del entramado político, es decir, un personaje real o ficticio, que haya sido afectado por ese tiempo nefasto, pero que no tuviera participación activa ni comulgara con ninguno de los dos sectores enfrentados.
Es el caso de Marcos, el personaje principal de Ensayo Clínico, un hombre que sentado en la mesa de un bar, recuerda el secuestro que debió sufrir junto a su esposa, por parte de los aparatos de inteligencia del Estado. Mientras se deshace en su memoria, la historia se mezcla con la enfermedad de su hijo, otra apropiación en su vida, pero ésta, de orden natural y si se quiere, imposible de contrarrestar. La voz de Marcos es un grito desesperado en la tranquilidad de un bar,  no son gritos enfermos, trastornados, paridos con dolor, viscerales y maquinales a la vez, son sonidos desde el fondo mismo de las entrañas, gritos que rebosan autenticidad, voces elevadas y esforzadas que, a la manera de un susurro ensordecedor, van creciendo poco a poco hasta dejarnos a los demás sin palabras, sin gritos, estupefactos. Su evocación  es un golpe en el vacío que rebota hasta ensordecer hasta el más escéptico en cuanto a la creencia de lo que sucedió en esos años. El pasado y el presente conviven en un mundo en donde es muy difícil discernir sobre cuál es mundo es peor, el pasado con su carga violenta y de humillaciones, o el presente con su ausencia profunda y dolorosa. Marcos es un hijo de la desgracia y la ajenidad.  Como presa fácil de su falta de sueños, siente la extrañeza infame del que está sometido a la suerte o al destino sin posibilidad de tener las herramientas para torcer ese sino. La trama nunca se pervierte con mensajes de índole político, y esto es un logro significativo de la novela. Es verdad, que, de hacerlo, corrompería el carácter y el ideario del personaje, pero, bien sabemos que, los signos y símbolos políticos son casi una consecuencia en las novelas que recuerdan esa etapa. Es para destacar además, el uso lúdico que hace del lenguaje al evocar significancias que no son habituales, pero que han sido, en este caso, utilizadas de forma excepcional. Kusminsky nos transmite una historia apasionada y aguda, con la habilidad de un fascinador de la palabra, resulta un albur tratar de no quedar apegado a la memoria de Marcos. Al mismo tiempo, nos deja la certeza de quedar en la eterna ignorancia ¿Cómo explicar lo que ocurrió, si saber lo que ocurrió no va a ser suficiente?
Sin dudas estamos ante una de las mejores novelas argentinas del 2013, que remueve de forma original y perfecta el pasado que conmovió a la Argentina, situándonos en un presente que al protagonista lo deja en lo que se llama “la interminable ausencia”, ese espacio que nunca tendría que haber existido.

Juliano Oscar Ortiz
Valoración: 
Cuatro Estrellas